Impotencia, desesperación, desolación, angustia, miedo son parte de las emociones y sensaciones que definen el sentimiento cuando vives la experiencia de que alguien cercano como tus padres acaban igual que empiezan.
Recordar las horas que pasaron enseñándonos ayuda a entender con alegría que ya no pueden seguir ocupando el lugar que venían desarrollando hasta ahora.
A todos en el fondo nos cuesta aceptar y desprendernos de lo que tanto queremos y nos aferramos en la vida hasta el punto de quedarnos pegados a las cosas.
Pero el dolor duele y sufrimos cuando nos damos cuenta de que hay que caminar por otro camino, intentando marchar con fuerza, con firmeza sin dudas ante la evidencia.
“La caja de Pandora” película ganadora del festival de San Sebastian 2008 , de construcción muy sencilla, marca claramente desde sus inicios la trama y subtramas de sus humildes personajes, que expresan muy bien la desolación que viven los enfermos de Alzheimer y sus cuidadores cuando tienen que afrontar una enfermedad que altera la convivencia familiar, creando falta de entendimiento entre ellos .
La desaparición de una anciana enferma de Alzheimer y la búsqueda que emprenden sus tres hijos incapaces de entenderse entre ellos, alejándose de la vida real y encerrándose en su propia mundo, hace que la anciana regrese de nuevo a su casa en las montañas de donde salió para irse a Estambul donde conecta con su nieto, perdidos cada uno en su mundo. Sin duda una lección de humanidad que todos debemos copiar para seguir en la tarea de devolver a nuestros mayores lo que se merecen.
Aprovechando la reciente celebración del día de los enfermos de Alzheimer, por favor, no nos olvidemos del compromiso con nuestros ancianos.
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