La llegada.
Siete componentes de la
asociación cultural canaria Gran Angular viajaron a los campamentos de
refugiados saharauis de Tinduf (Argelia) el pasado mayo de 2012 para participar
en la IX edición del Festival Internacional de Cine del Sahara (Fisahara).
Por cuarta vez
consecutiva, Gran Angular acudió a Dajla para impartir un taller de cortometraje
(cine digital) a 22 niños y niñas del colegio Sidi Haidug y hacerles pasar unos
días, lo más divertido posible, alejados de sus rutinas.
Todo había comenzado hacía
cuatro meses con las primeras
reuniones en el zulo, allá por enero. Aprovechando el poco tiempo que nos
quedaba libre, se coordinaba el trabajo que queríamos desarrollar en los campamentos.
Después de un año cargado
de vicisitudes económicas, conseguimos gracias al trabajo y colaboración
desinteresada de muchísima gente
anónima, hacer realidad este proyecto y estar presente en el Fisahara
2012. A todas y todos muchas
gracias.
El trabajo de este año era
distinto y decimos distinto porque queríamos contar con una producción que
otros años no habíamos tenido; gorros, narices, batas, moños, paraguas,
leotardos y tres mil semillas de esperanza formaban el
material que llenó nuestros bolsos el día 1 de mayo camino del aeropuerto de
Gran Canaria con la intención de rodar “El Sr. G” , una adaptación de un cuento del escritor e
ilustrador Gustavo Roldán.
Los siete agraciados de
esta inolvidable experiencia habíamos quedado en el aeropuerto a las 5:30 a.m
para poder embarcar sin problemas y salir en vuelo regular de Air Europa a las 7:00 a.m hacia Madrid. Después de recoger
todos nuestros bártulos y
dirigirnos al mostrador 970 de Air Argelie en la T4 nos encontramos con el
resto de participantes.
Esperando para embarcar a Tinduf. |
A las 03:00 p.m. habíamos
embarcado todo el material del rodaje con destino al aeropuerto militar de
Tinduf al cual llegamos sobre las
08:00 p.m. después de sobrevolar Orán(Argelia).
Unas instalaciones bajo
control militar nos esperaban para pasar revista a nuestros pasaportes. Uno a
uno fuimos pasando por unas cabinas de madera donde la policía militar, a
mano y sin ordenador, fue comprobando
los datos personales de las
doscientas personas que asistíamos al festival.
Después de sacar todos los
bultos de aquel especie de angar militar y subirlos –entre todos– a un camión que había dispuesto la
organización del festival, una caravana de guaguas y jeeps pusieron rumbo hacía
el campamento de refugiados saharaui
situado más al sur de Argelia, Dajla.
Recogiendo nuestro equipo de rodaje. |
Poco más de cuatro horas
por carretera de asfalto bastaron para acercarnos a la willaya de Dajla, donde
llegamos a las 01:00 a.m, finalizando así nuestro recorrido.
Después de que la caravana
de guaguas y jeeps parara nos vimos rodeados de saharauis que nos daban la bienvenida
en medio de la noche. Después bajarnos de los vehículos fuimos distribuidos por la
organización a diferentes jaimas
(vivienda tradicional saharaui) para conocer a las que serían nuestras familias de acogida durante el festival. El cansancio quería
despuntar pero la emoción del momento no nos dejaba pestañear.
Emaiziza Nayen, envuelta en una melfa multicolor, que
sólo permitía adivinar a una mujer saharaui de estatura media, corpulenta, con mirada amplia y
rasgos marcados, a la postre la matriarca de la familia. Acompañada de
su hija Mana nos esperaba en la
entrada de su casa. Uno a uno fueron
saludándonos, para darnos la bienvenida a los campamentos.
Instantes más tardes nos
invitaron a entrar en su vivienda de ladrillos de adobe y techo de cinc, que se
convertiría en nuestra residencia.
Después de desprendernos
de nuestros calzados, nos acomodamos sobre las amplias alfombras que poblaban el
suelo que pisábamos y que sería nuestro lecho durante una semana.
Pasados algunos minutos de tímidos intentos de
conversación, ya que ninguno de
nosotros dominaba el hasaní (legua oficial de los saharauis), nos despedimos;
ellas se retiraron a su jaima para descansar y nosotros nos tumbamos sobre
aquel acogedor suelo y mientras nuestros ojos se cerraban, nos daba tiempo a pensar, que después
de casi un día de viaje por fin estábamos en los campamentos de refugiados
saharauis de Tinduf, con el firme propósito de impartir un taller de
cortometraje y con ello seguir demostrando nuestro apoyo a la justa causa del pueblo saharaui, que
no es otra, que puedan ejercer su derecho a celebrar un referéndum para decidir su Autodetermimación de forma libre y
democrática.
Disfrutando de un merecido descanso. |
A eso de las 02:30 a.m.
alguno de nosotros, como dijo Nira, desconectó la luz, puso la bombona tras la
puerta y se despidió del resto con un hasta mañana.
Continuará…