jueves, 1 de abril de 2010

ACERCA DE LOS DERECHOS HUMANOS

Relato de una observadora civil que visitó el Sáhara Occidental a principios de marzo

PERIODISMO HUMANO 29.03.2010 • Lydia Molina

Mª Ángels Moseguí tiene 54 años y trabaja como administrativa en una universidad catalana. Después de veinte años vinculada a movimientos de apoyo al pueblo saharaui, el 7 de marzo viajó por primera vez al Sáhara Occidental para ejercer de observadora civil junto a otros tres españoles y dos francesas, de la vuelta a casa de once activistas que habían estado celebrando el treinta y cinco aniversario de los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf en Argelia [NOTA: 34 aniversario de la proclamación de la RASD]. La observadora ha denunciado la violencia que la policía marroquí ejerció sobre los activistas a su llegada a los territorios ocupados del Sáhara. Mientras eso ocurría, la Unión Europea estrechaba lazos con Marruecos en la cumbre de Granada.

“Era la primera vez que iba de observadora, me invitaron porque buscaban testigos internacionales ante el peligro de ser apresados como los otros siete que están encarcelados en Marruecos” cuenta Mª Ángels a periodismohumano en referencia a los siete activistas a los que el gobierno marroquí detuvo en octubre al volver de los campamentos de Tinduf que están a la espera de juicio, acusados de alta traición a la patria. Cinco comenzaron huelga de hambre hace once días para reclamar su liberación.

El 7 de marzo, los once activistas que aterrizaron en Casablanca no tuvieron problemas, en un principio. “Fuimos a recibirlos al aeropuerto y empezamos un viaje recorriendo El Aaiún, Bojador, Dajla…”, territorios del Sáhara Occidental ocupados por Marruecos. Mª Ángels asegura que fueron sometidos a un férreo control policial durante todo el camino. “En Casablanca veíamos algún que otro coche blindado, pero durante el resto del viaje la presión policial era impresionante. Nos grababan en todo momento con cámaras. No dejan a los saharauis reunirse en grupos de más de cinco personas porque vienen a intimidarles”.

El viaje de Casablanca a El Aaiún fue más largo de lo que esperaban. “Cada veinte kilómetros nos paraba la policía y nos revisaba todas las pertenencias mientras veíamos pasar a otros coches sin detenerlos como a nosotros. Era vergonzoso, intentaban provocarnos golpeando el coche. Si en España me hacen eso puedo decirle que quién se ha creído que es, pero allí te tienes que callar. No sabes lo que te puede pasar. Te sientes indefensa”.

El día 9 de marzo en El Aaiún, la ciudad más importante del Sáhara Occidental, comenzaron los problemas. El grupo se dividió, unos activistas fueron a visitar a un familiar enfermo y el resto, junto a los observadores, a una reunión. “Cuando salieron de casa del enfermo se encontraron con un grupo de chicos y chicas jóvenes aplaudiéndoles. La policía empezó entonces a arremeter contra los activistas y quienes les vitoreaban. Iban con cascos y porras. Cuando nos llamaron fuimos al hospital. Les habían pegado golpes y patadas. Había una chica con la cara totalmente desfigurada, a otra le rompieron varios dientes, todos tenían heridas. Aprovechamos para sacar fotos y escondimos las cámaras porque teníamos miedo de que nos quitaran el material. Mientras salíamos vimos llegar a dos policías civiles (secretos)”.

Los heridos salieron del hospital pocas horas después. “Estuve en casa de la chica de la cara herida, tenía heridas en la cabeza, por golpes y patadas y aún así le habían dado el alta. No la dejaron en observación, la mandaron a casa diciéndole que se lavara las heridas con infusiones“.

El viaje continuó hacia Dajla. “Los activistas golpeados se incorporaron otra vez al viaje. Estaban magullados, les dolía todo. Tenían vendas en la cabeza. Cuando llegamos vinieron a recibirnos muchos saharauis y, ahí sí, la policía arremetió directamente contra nosotros. Tuvimos que refugiarnos en una casa mientras golpeaban la puerta. Fue impresionante. Al salir encontramos a 60 ó 70 policías entre uniformados y secreta controlando la zona”. Mª Ángels asegura que se sintió amenazada hasta el último día. “Cuando regresamos a El Aaiún había casi 90 agentes en la casa donde nos quedábamos, la gente empezó a aplaudir y cargaron contra ellos, tuve que gritar que pararan el coche y los observadores hicimos de escudo humano entre la policía y los saharauis”.

La observadora catalana afirma que a la vuelta, cuando fue a coger el avión, le rompieron el pasaporte. “Primero lo tuvieron dentro un rato y me dijeron que lo estaban revisando, cuando me lo devolvieron me di cuenta de que estaba roto. Al llegar a Casablanca se lo advertí a la policía y me dijeron que pasara, que no importaba. Una vez en España, me dijo un policía: Señora, que a usted la dejen pasar los marroquíes con el pasaporte roto significa que se hacen responsables de que han sido ellos quienes se lo han roto“.

Desde que volvió, Mª Ángels se ha dedicado traducir en palabras todo lo que observó aquellos días porque “aquí no se conoce la situación que están viviendo. El gobierno marroquí está violando día a día los derechos de estos ciudadanos. La gente vive con el miedo de las palizas y desapariciones, pero eso no sale de Marruecos. Hay gente afín y otra que no lo es con el tema del Sáhara pero por encima de todo eso deben respetarse los derechos humanos“.