domingo, 27 de septiembre de 2009

36 AÑOS DESPUÉS.



Los 11 de septiembre quedarán asociados, quién sabe cuánto tiempo, con imágenes de aviones sobrevolando edificios, con humo, con muerte y con destrucción. Da igual de a qué 11 de septiembre nos estemos refiriendo; si a aquel septiembre chileno de 1973 o al septiembre neoyorquino de 2001.
De lo que no cabe duda es de que aquellos acontecimientos marcaron un triste devenir en la historia. En el primer caso, significó ruptura, muerte y sufrimiento para un país “largo y estrecho” –nombre con el que el escritor Antonio Skármeta se ha referido en alguna ocasión a Chile- y, en el segundo caso, ha generado las mismas consecuencias pero a escala global y con una importante publicitación y fomento del miedo.
A día de hoy, si bien las televisiones del mundo prestan su atención a las banderas de barras y estrellas que ondean a media asta por lo muertos -de múltiples nacionalidades- que fallecieron en Estados Unidos hace ahora ocho años, deberíamos no olvidar aquel cruento golpe de Estado –ni que los golpes de Estado pudieran ser amables- que derrocó a la democracia y al pueblo chilenos e instaló una feroz dictadura que poco a poco se propagó por los países del llamado Cono Sur de América. Además de la muerte de Salvador Allende y la proclamación de la cruel dictadura pinochetista, que dejaron a Chile sin la libertad y la democracia por la que tanto había luchado el país de Gabriela Mistral, la llegada al poder de Pinochet dejó también al país sin cultura. Quizá, dicho así, suene demasiado rotundo. Para que nadie de aquella época se sienta ofendido, reformularemos la afirmación: “dejó a Chile sin la cultura popular que representaban dos grandes de la escena cultural mundial: Pablo Neruda y Víctor Jara”.
El asesinato a sangre fría del cantautor de pueblo, Víctor Jara, en el Estadio Nacional de Santiago de Chile, y la muerte en extrañas circunstancias -según suelen decir los libros de historia- del Premio Nóbel de literatura, Pablo Neruda, no fueron más que la punta del iceberg de lo que significó el aislamiento cultural de Chile, provocado no solo por la muerte y tortura de destacados intelectuales, sino también por la emigración a la que se condenó a gran parte de artistas chilenos contrarios a Pinochet o sospechosos de simpatizar con Allende.
De entre quienes hicieron la maleta por aquellos años, sobresale una figura simpática, amable, polifacética y fecunda. Antonio Skármeta, además de ser el creador de obras tan celebradas como “El cartero de Neruda” -dirigió la película “Il Postino” basándose en su propia obra- o “El baile de la victoria”, también es el autor de otras novelas quizá menos conocidas como “La chica del trombón” y “La boda del poeta”, entre otras obras. Algunas de sus obras como “La chica del trombón” abordan, en cierto modo, el antes de la llegada de Salvador Allende al Palacio de la Moneda y sus primeras elecciones. Por su parte, “El baile de la victoria” -por la que se le concedió el Premio Planeta- habla del después; una sociedad dividida que busca su sitio tras una dictadura que solo ha dejado odio, sufrimiento y heridas -muchas latentes- que tardarán en cicatrizar.
Treinta y seis años después de aquel 11 de septiembre, Chile sigue intentado reinventarse política, social y culturalmente. Con una presidenta que sufrió en carnes propias los horrores de la dictadura, con una sociedad aún dividida y con grupos de intelectuales que no quieren olvidar a los referentes culturales perseguidos y masacrados por aquellos días. Entre tantos ejemplos, la cantante Francesca Ancarola ha tratado de homenajear una y otra vez a Víctor Jara, interpretando magistralmente sus canciones. En el ámbito de la literatura, son muchos quienes rinden tributo una y otra vez a Neruda, como Skármeta, autor de “Neruda por Skármeta”, un libro de reflexiones en torno al poeta de Temuco.
A pesar de todos estos intentos, también es cierto que siguen siendo miles los desaparecidos chilenos. Treinta y seis años después, dondequiera que aparecen unos huesos enterrados, se forman largas caravanas de mujeres -madres, esposas, hijas y hermanas- llegadas de todo Chile en busca de aquel ser querido al que perdieron.
Desde este lado del mundo, recordamos, a propósito de este aniversario, la canción que Ismael Serrano compuso con motivo de un viaje y un concierto celebrado en el Estadio Nacional de Santiago de Chile. Es curioso que esta canción, titulada “Vine del norte”, escogiera un cúmulo de casualidades para una de sus primeras presentaciones en público: Ismael Serrano la tocó, casi por primera vez, un 1 de mayo, en un festival de solidaridad celebrado en un teatro llamado Víctor Jara. (1 de mayo de 1998; Encuentro de Solidaridad con los Pueblos de África y Latinoamérica; Teatro Víctor Jara de Vecindario (Santa Lucía-Gran Canaria).)


"Mas no están muertos los que estaban muertos

ni están vencidos los doblados muros

y está verde otra vez la primavera"

Rafael Alberti

martes, 22 de septiembre de 2009

NO NOS OLVIDEMOS

Impotencia, desesperación, desolación, angustia, miedo son parte de las emociones y sensaciones que definen el sentimiento cuando vives la experiencia de que alguien cercano como tus padres acaban igual que empiezan.
Recordar las horas que pasaron enseñándonos ayuda a entender con alegría que ya no pueden seguir ocupando el lugar que venían desarrollando hasta ahora.
A todos en el fondo nos cuesta aceptar y desprendernos de lo que tanto queremos y nos aferramos en la vida hasta el punto de quedarnos pegados a las cosas.
Pero el dolor duele y sufrimos cuando nos damos cuenta de que hay que caminar por otro camino, intentando marchar con fuerza, con firmeza sin dudas ante la evidencia.
“La caja de Pandora” película ganadora del festival de San Sebastian 2008 , de construcción muy sencilla, marca claramente desde sus inicios la trama y subtramas de sus humildes personajes, que expresan muy bien la desolación que viven los enfermos de Alzheimer y sus cuidadores cuando tienen que afrontar una enfermedad que altera la convivencia familiar, creando falta de entendimiento entre ellos .
La desaparición de una anciana enferma de Alzheimer y la búsqueda que emprenden sus tres hijos incapaces de entenderse entre ellos, alejándose de la vida real y encerrándose en su propia mundo, hace que la anciana regrese de nuevo a su casa en las montañas de donde salió para irse a Estambul donde conecta con su nieto, perdidos cada uno en su mundo. Sin duda una lección de humanidad que todos debemos copiar para seguir en la tarea de devolver a nuestros mayores lo que se merecen.
Aprovechando la reciente celebración del día de los enfermos de Alzheimer, por favor, no nos olvidemos del compromiso con nuestros ancianos.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

SI o NO

Desde Gran Angular queremos conocer tu opinión acerca de los espacios de proyección en Canarias y para ello vamos a utilizar una modesta encuesta que aparece en el lateral de nuestro blog.

El llamado cine español ha sido objeto, durante los últimos años, de airadas y polémicas discusiones relacionadas con la subvención bien de espacios de proyección, bien de certámenes o bien de directores y autores cinematográficos.

En medio de una crisis económica mundial, son muchos quienes abogan por reducir a la mínima expresión las subvenciones que se conceden a la promoción de la cultura, ya que, según esas mismas opiniones, esos fondos públicos deberían destinarse a otros fines sociales o para la recuperación de la economía. Pero, ¿no es esta opinión falaz y demagógica? ¿No se destinan acaso ingentes cantidades de fondos públicos –en ocasiones infinitamente superiores a las destinadas a la cultura– a menesteres ocultos o innecesarios? ¿Cuántos puestos de trabajo genera, por ejemplo, el cine en España?

Quienes apoyan las tesis de reducción o eliminación de subvenciones para la promoción de la cultura suelen hablar del poco peso del cine español en el ámbito internacional. Sin embargo, el cineasta y actual Presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, Alex de la Iglesia, considera que la calidad no tiene que ver con el número de entradas que se vendan y que el cine español debería aprender la exitosa fórmula del cine estadounidense: "si se trata de un drama, que tenga al menos un final feliz".

Tampoco hay que olvidar los injustos contratos de la multimillonarias producciones estadounidenses. Quien quiera proyectar una súper producción, deberá contratar y proyectar simultáneamente en cartelera varias comedias de medio pelo que solo ofrecen hora y media de distracción.

Ahora bien, como miembros de una asociación cultural y convencidos de la importancia y la necesidad de fomentar la cultura en nuestra sociedad –bien mediante subvenciones públicas o privadas–, nos surgen preguntas que queremos compartir y cuyas respuestas queremos comparar:

¿Se deben subvencionar los espacios de proyección o los proyectos individuales de directores?


¿Se deben subvencionar certámenes que premian obras individuales o las muestras que proyecta cinematografía variada y que animan y fomentan la creatividad y la difusión del cine?

domingo, 13 de septiembre de 2009

REFLEXIONEMOS

Este sábado asistimos a unos de los actos programados por Casa África en Las Palmas de Gran Canaria dentro del Festival Noches de Ramadán.
En concreto disfrutamos de una exquisita narración oral de “Cuentos en la Arena” dirigida al público infantil e interpretada por el marroquí Mohamed Hammú Al-Hramí que tuvo lugar en la plaza Saulo Torón en la playa de Las Canteras.
Este mediador intercultural narró cuentos, leyendas y fábulas de sus ancestros bereberes, desgajando referencias y elementos fundamentales del Ramadán junto con aspectos sociales y culturales de esta festividad religiosa.
Nos llamó la atención como los niños presentes, entregaban la máxima atención al desenlace de sus historias y participan en los juegos de palabras y sonidos que el narrador transmitía.
Al terminar el acto, varios de estos niños de distintos países (México, Colombia, España, etc) y de distintas edades comenzaron a jugar de forma natural e improvisada, sin haberse conocido antes.
Carreras, sonrisas, diálogos, abrazos, saltos y gritos de alegría fueron los protagonistas del epílogo de esa jornada.
Este escenario que teníamos ante nuestros ojos nos hizo especular acerca del comportamiento del ser humano.
Que habrá pasado para que ese entendimiento innato se haya transformado hasta límites insospechables entre los adultos?
Qué o quienes son los culpables? Quizás la sociedad o nosotros mismos?

Cerremos nuestros ojos por unos instantes y reflexionemos.
Merecerá la pena.

sábado, 5 de septiembre de 2009

OTRAS REDES DE COMUNICACIÓN

Luis Humberto Soriano es un hombre de Bogotá, Colombia.
De profesión maestro de escuela y ante sus escasos éxitos que como profesor cosechaba entre sus alumnos, decidió un día averiguar a que se debía tal fracaso.
Con el tiempo descubrió que los niños que acudían a sus clases no podían hacer los deberes porque los únicos libros que habían visto en sus vidas eran los que él enseñaba en clase.
Ante esta problemática situación, se acordó del viejo burro que dormitaba en las cuadras de la casa de labraza de sus padres y pensó que podría llenar de libros sus alforjas y acercándose a las veredas del departamento de la Magdalena durante los fines de semana, ofrecería a los niños un mundo maravilloso.
Así nació la idea y pronto cuajo entre los pequeños, dando lugar a un proyecto que en la actualidad se ha extendido a otras zonas incluso a Sierra Nevada de Santa Marta.

“Ahora tenemos 22 burros que recorren las veredas ofreciendo un mundo de palabras escritas. Un mundo que permite a los niños traspasar las montañas en las que habitan y volar a través de las letras. En mi casa las camas ya no tienen patas. Las sostienen los libros que llevo los fines de semana a los cientos de habitantes que se acercan a las bibliotecas de cuatro patas”.