Si una gota de agua, suspendida en la atmósfera, es capaz de descomponer la luz y formar un arco de distintos colores, como no vamos a aceptar las diferencias.
La diferencia está en cada uno de nosotros y eso hace que seamos más libres, todos llevamos implícito y elegimos nuestra propia distinción personal.
La propia naturaleza está llena de seres variados y cada uno cumple una función para que formemos un todo común. No aceptarlas sería negarnos a nosotros mismos.
La casta de trabajadores de la película Metrópolis, de Fritz Lang, en su concepto igualitario, pasó por debajo de la rendija de la puerta de la modernidad, quedó trasnochada. Hoy no se lleva ser todos lo mismo porque alguien “superior” no admita la diferencia.
Estamos en el comienzo de un nuevo siglo y éste tendrá que llevarnos a un Mundo nuevo y plural en donde cada uno seamos lo que somos. Aceptarlo sería lograr un Mundo mejor.
Ser diferente no es sinónimo de desigualdad sino todo lo contrario.
ACEPTEMOS LAS DIFERENCIAS PARA SER TODOS IGUALES!!!