martes, 29 de mayo de 2012

EL SEGUNDO DÍA



Miércoles 2 de mayo de 2012
A las 9 de la mañana, después de varias visitas de Mana, conseguimos levantarnos. La noche no había sido muy placentera para ninguno. Todos habíamos caído rendidos por el cansancio del viaje, y confiados por el calor del día en el desierto, no nos tapamos y colocamos las mantas formando un improvisado colchón, sin pensar que en plena madrugada las temperaturas son mínimas. Así que dormir habíamos dormido poco… muertos de frío toda la noche.
Amanece sobre las  jaimas y comienza el trabajo.


Disfrutamos de nuestro primer desayuno saharaui. Pan hecho a mano por Mana,  mantequilla y mermelada, café, leche de cabra y un huevo duro. Y pronto apareció Bachir, del que nos habíamos despedido la noche anterior tras bajarnos de su jeep y descargar todos los bártulos. Para nuestra alegría nos contó que nos acompañaría los cinco días que íbamos a  pasar en Dajla.
Nuestro primer objetivo fue ir al colegio Sidi Haidug, para encontrarnos con Hamada, profesor del colegio, que había quedado en seleccionar un grupo de niños para nuestro taller de cortometraje. El colegio estaba cerrado, era día de fiesta, comenzaba el FiSahara.
Casting
De vuelta al centro de la Wilaya reconocimos a Hamada entre un mar de niñas y niños, que nada más bajarnos del jeep nos rodearon saludándonos con una mezcla de timidez y entusiasmo. Algunos de ellos nos conocían del año anterior y pudimos ver cómo habían crecido y como habían cambiado. Así empezó el “casting” para encontrar 
a los niños y niñas que participarían en el rodaje de “El Señor G”. Casting que duró 5 minutos. Nada más verlos a todos, Agustín reconoció al que sería nuestro protagonista, Allal, un niño de sonrisa expresiva y ojos vivos, imparable, un torbellino que luego resultó ser todo un profesional de la interpretación. Si lo hubiésemos buscado a conciencia no lo hubiésemos encontrado tan hecho a medida. Contamos a nuestro alrededor y vimos que el grupo era de 12 niños y niñas, justo lo que necesitábamos, y todos entraban en las batas de vestuario. Casting terminado.
Almuerzo en la casa de adobe.
Antes de comer pasamos por la oficina de Producción del Festival. Cada edición del FiSahara tiene una camiseta diferente, y este año no queríamos quedarnos sin ese recuerdo. No hubo suerte, porque aún no estaba organizado el stand de venta de camisetas, lo tuvimos que dejar para otro día.
Trabajando con los niños y niñas el guión.
Primeras pruebas de vestuario.
Ya en casa, almuerzo y un rato de descanso y ducha para estar a las 4 en el colegio, donde habíamos quedado con nuestro grupo de pequeños actores y actrices.   primera tarde de trabajo con ellos sirviera para conocernos y familiarizarnos todos con el guión del cuento que íbamos a grabar. Pasamos la tarde haciendo dinámicas de grupo y desgranando cada uno de los detalles de “El Señor G”, conociendo al protagonista, dibujando su pueblo…
Tomando recursos al atardecer.

Unas horas después, aprovechando que aún había luz, buscamos recursos exteriores para tener imágenes de la Wilaya desde una pequeña loma. Nuestro primer atardecer en el desierto nos regaló un juego de luces y colores casi indescriptible.
Jornada de proyecciones en el desierto.
Al llegar a casa y cenar el cansancio del día empezó a hacer mella, pero aún quedaba algo por hacer. Era la primera noche de proyecciones en la pantalla del desierto, y cuando Mana y Coría, su hija, vinieron a buscarnos, algunos de nosotros no pudimos resistirnos a una noche de cine bajo el manto de estrellas. Esa noche proyectaban “Hijos de las nubes”, documental producido por Javier Bardem, que en un tono didáctico, sencillo y emotivo explica la situación actual del conflicto entre el Sáhara y Marruecos. Broche perfecto para nuestro primer día en los campamentos.
Sobre la 1:30 a.m. los ojos empezaron a cerrarse. Desconectar la luz, colocar la bombona tras la puerta y quitarle las pilas al reloj que la noche anterior no había dejado dormir a Ana… ¡Hoy sí nos pusimos las mantas por encima! Hasta mañana…
Continuará.

jueves, 24 de mayo de 2012

GRAN ANGULAR EN EL FISAHARA 2012



La llegada.
Siete componentes de la asociación cultural canaria Gran Angular viajaron a los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf (Argelia) el pasado mayo de 2012 para participar en la IX edición del Festival Internacional de Cine del Sahara (Fisahara).
Por cuarta vez consecutiva, Gran Angular acudió a  Dajla para impartir un taller de cortometraje (cine digital) a 22 niños y niñas del colegio Sidi Haidug y hacerles pasar unos días, lo más divertido posible, alejados de sus rutinas.

Todo había comenzado hacía cuatro meses con  las primeras reuniones en el zulo, allá por enero. Aprovechando el poco tiempo que nos quedaba libre, se coordinaba el trabajo que queríamos desarrollar en los campamentos.

Después de un año cargado de vicisitudes económicas, conseguimos gracias al trabajo y colaboración desinteresada de  muchísima gente anónima, hacer realidad este proyecto y estar presente en el Fisahara 2012.  A todas y todos muchas gracias.

El trabajo de este año era distinto y decimos distinto porque queríamos contar con una producción que otros años no habíamos tenido; gorros, narices, batas, moños, paraguas, leotardos y tres mil semillas de esperanza  formaban  el material que llenó nuestros bolsos el día 1 de mayo camino del aeropuerto de Gran Canaria con la intención de rodar “El Sr. G” , una  adaptación de un cuento del escritor e ilustrador Gustavo Roldán.


Los siete agraciados de esta inolvidable experiencia habíamos quedado en el aeropuerto a las 5:30 a.m para poder embarcar sin problemas y salir en vuelo regular de Air Europa  a las 7:00 a.m  hacia Madrid. Después de recoger todos  nuestros bártulos y dirigirnos al mostrador 970 de Air Argelie en la T4 nos encontramos con el resto de participantes.

Esperando para embarcar a Tinduf.
A las 03:00 p.m. habíamos embarcado todo el material del rodaje con destino al aeropuerto militar de Tinduf  al cual llegamos sobre las 08:00 p.m. después de sobrevolar Orán(Argelia).
Unas instalaciones bajo control militar nos esperaban para pasar revista a nuestros pasaportes. Uno a uno fuimos pasando por unas cabinas de madera donde la policía militar, a mano  y sin ordenador, fue comprobando los datos personales de las  doscientas personas que asistíamos al festival.

Después de sacar todos los bultos de aquel especie de angar militar y subirlos –entre todos– a un  camión que había dispuesto la organización del festival, una caravana de guaguas y jeeps pusieron rumbo hacía el campamento de refugiados saharaui  situado más al sur de Argelia, Dajla.

Recogiendo nuestro equipo de rodaje.

Poco más de cuatro horas por carretera de asfalto bastaron para acercarnos a la willaya de Dajla, donde llegamos a las 01:00 a.m, finalizando así nuestro recorrido.
Después de que la caravana de guaguas y jeeps parara nos vimos rodeados de saharauis que nos daban la bienvenida en medio de la noche. Después bajarnos de los vehículos  fuimos distribuidos por la organización  a diferentes jaimas (vivienda tradicional saharaui) para conocer a las que serían nuestras  familias  de acogida durante el festival. El cansancio quería despuntar pero la emoción del momento no nos dejaba pestañear.

Emaiziza Nayen,  envuelta en una melfa multicolor, que sólo permitía adivinar a una mujer saharaui de estatura media, corpulenta,  con  mirada amplia y  rasgos marcados, a la postre la matriarca de la familia. Acompañada de su hija Mana nos  esperaba en la entrada de su casa. Uno a uno fueron  saludándonos, para darnos la bienvenida a los campamentos.
Instantes más tardes nos invitaron a entrar en su vivienda de ladrillos de adobe y techo de cinc, que se convertiría en nuestra residencia.
Después de desprendernos de nuestros calzados,  nos  acomodamos sobre  las amplias alfombras que poblaban el suelo que pisábamos y que sería nuestro lecho durante una semana.
Pasados  algunos minutos de tímidos intentos de conversación, ya que  ninguno de nosotros dominaba el hasaní (legua oficial de los saharauis), nos despedimos; ellas se retiraron a su jaima para descansar y nosotros nos tumbamos sobre aquel acogedor suelo y mientras nuestros ojos se cerraban,  nos daba tiempo a pensar, que después de casi un día de viaje por fin estábamos en los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf, con el firme propósito de impartir un taller de cortometraje y con ello seguir demostrando nuestro apoyo a  la justa causa del pueblo saharaui, que no es otra, que puedan ejercer su derecho a celebrar un referéndum  para decidir su  Autodetermimación de forma libre y democrática.

Disfrutando de un merecido descanso.

A eso de las 02:30 a.m. alguno de nosotros, como dijo Nira, desconectó la luz, puso la bombona tras la puerta y se despidió del resto con un hasta mañana.
Continuará…

viernes, 11 de mayo de 2012

RESCATE EMOCIONAL


Esta mañana al despertar me he sentido raro; al prepararme para ir al trabajo deambulaba por la casa en busca de algo que no sabría explicar;  el agua en el grifo de la ducha, la fruta con cereales en la mesa para el desayuno, la mirada  se perdía a través de las ventanas de la cocina,  mis pies sobre un piso que  me incomodaba … hasta que me dí cuenta que no estaba allí; por un momento  observé  como mis pensamientos luchaban  por mantener vivo el lenguaje visual que aún guardaba  en mis retinas.

De pronto sobrevolaron mi memoria la inmensa sonrisa de los niños, la blanca espuma del  verde té, el sabroso pan recién hecho por Mona,   la luna llena que sigilosamente guardaba Bachir,  las casas invitaban a la amistad tras sus azotados ladrillos de adobe, las jaimas abiertas nos mostraban un mundo  multicolor en su interior, la fina arena de las dunas acariciaba nuestras pupilas, el murmullo de los niños del colegio  invitaba a trabajar, la hospitalidad de la familia   resaltaba nuestro ánimo, las saladas lágrimas de la despedida encogían nuestro estómago; sí, durante estos siete días  en los campamentos de refugiados saharauis el tiempo  se detuvo y surgió  ante nosotros la vida, en estado puro,  en medio de la nada, donde el corazón  galopaba entre sensaciones que nacían a borbotones para enseñarnos como vive el pueblo saharaui.

Como siempre, hemos  traído   mucho más de todo aquello que hemos dejado; ese es, a nuestro entender, el secreto mejor guardado de este pueblo y por eso no, no quiero olvidar esto que pienso y por eso escribo.

A Tere, Ana, Yanira, Pablo, Nira y Alberto que me acompañaron en este viaje a descubrir y rodar  la verdad de un pueblo olvidado, no puedo más que darles un millón de  gracias por hacer de este  sueño una justa realidad y  haber demostrado que el cine es un trabajo en equipo.

A todos, un fuerte abrazo

Vista de la wilaya de Dajla.  Campamentos de refugiados saharauis en Tinduf (Argelia).