jueves, 24 de mayo de 2012

GRAN ANGULAR EN EL FISAHARA 2012



La llegada.
Siete componentes de la asociación cultural canaria Gran Angular viajaron a los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf (Argelia) el pasado mayo de 2012 para participar en la IX edición del Festival Internacional de Cine del Sahara (Fisahara).
Por cuarta vez consecutiva, Gran Angular acudió a  Dajla para impartir un taller de cortometraje (cine digital) a 22 niños y niñas del colegio Sidi Haidug y hacerles pasar unos días, lo más divertido posible, alejados de sus rutinas.

Todo había comenzado hacía cuatro meses con  las primeras reuniones en el zulo, allá por enero. Aprovechando el poco tiempo que nos quedaba libre, se coordinaba el trabajo que queríamos desarrollar en los campamentos.

Después de un año cargado de vicisitudes económicas, conseguimos gracias al trabajo y colaboración desinteresada de  muchísima gente anónima, hacer realidad este proyecto y estar presente en el Fisahara 2012.  A todas y todos muchas gracias.

El trabajo de este año era distinto y decimos distinto porque queríamos contar con una producción que otros años no habíamos tenido; gorros, narices, batas, moños, paraguas, leotardos y tres mil semillas de esperanza  formaban  el material que llenó nuestros bolsos el día 1 de mayo camino del aeropuerto de Gran Canaria con la intención de rodar “El Sr. G” , una  adaptación de un cuento del escritor e ilustrador Gustavo Roldán.


Los siete agraciados de esta inolvidable experiencia habíamos quedado en el aeropuerto a las 5:30 a.m para poder embarcar sin problemas y salir en vuelo regular de Air Europa  a las 7:00 a.m  hacia Madrid. Después de recoger todos  nuestros bártulos y dirigirnos al mostrador 970 de Air Argelie en la T4 nos encontramos con el resto de participantes.

Esperando para embarcar a Tinduf.
A las 03:00 p.m. habíamos embarcado todo el material del rodaje con destino al aeropuerto militar de Tinduf  al cual llegamos sobre las 08:00 p.m. después de sobrevolar Orán(Argelia).
Unas instalaciones bajo control militar nos esperaban para pasar revista a nuestros pasaportes. Uno a uno fuimos pasando por unas cabinas de madera donde la policía militar, a mano  y sin ordenador, fue comprobando los datos personales de las  doscientas personas que asistíamos al festival.

Después de sacar todos los bultos de aquel especie de angar militar y subirlos –entre todos– a un  camión que había dispuesto la organización del festival, una caravana de guaguas y jeeps pusieron rumbo hacía el campamento de refugiados saharaui  situado más al sur de Argelia, Dajla.

Recogiendo nuestro equipo de rodaje.

Poco más de cuatro horas por carretera de asfalto bastaron para acercarnos a la willaya de Dajla, donde llegamos a las 01:00 a.m, finalizando así nuestro recorrido.
Después de que la caravana de guaguas y jeeps parara nos vimos rodeados de saharauis que nos daban la bienvenida en medio de la noche. Después bajarnos de los vehículos  fuimos distribuidos por la organización  a diferentes jaimas (vivienda tradicional saharaui) para conocer a las que serían nuestras  familias  de acogida durante el festival. El cansancio quería despuntar pero la emoción del momento no nos dejaba pestañear.

Emaiziza Nayen,  envuelta en una melfa multicolor, que sólo permitía adivinar a una mujer saharaui de estatura media, corpulenta,  con  mirada amplia y  rasgos marcados, a la postre la matriarca de la familia. Acompañada de su hija Mana nos  esperaba en la entrada de su casa. Uno a uno fueron  saludándonos, para darnos la bienvenida a los campamentos.
Instantes más tardes nos invitaron a entrar en su vivienda de ladrillos de adobe y techo de cinc, que se convertiría en nuestra residencia.
Después de desprendernos de nuestros calzados,  nos  acomodamos sobre  las amplias alfombras que poblaban el suelo que pisábamos y que sería nuestro lecho durante una semana.
Pasados  algunos minutos de tímidos intentos de conversación, ya que  ninguno de nosotros dominaba el hasaní (legua oficial de los saharauis), nos despedimos; ellas se retiraron a su jaima para descansar y nosotros nos tumbamos sobre aquel acogedor suelo y mientras nuestros ojos se cerraban,  nos daba tiempo a pensar, que después de casi un día de viaje por fin estábamos en los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf, con el firme propósito de impartir un taller de cortometraje y con ello seguir demostrando nuestro apoyo a  la justa causa del pueblo saharaui, que no es otra, que puedan ejercer su derecho a celebrar un referéndum  para decidir su  Autodetermimación de forma libre y democrática.

Disfrutando de un merecido descanso.

A eso de las 02:30 a.m. alguno de nosotros, como dijo Nira, desconectó la luz, puso la bombona tras la puerta y se despidió del resto con un hasta mañana.
Continuará…

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