Miles de saharauis se han instalado en las últimas semanas en jaimas (tiendas tradicionales de los nómadas) en las afueras de El Aaiún para exigir mejores condiciones de vida. El campamento improvisado se encuentra a una veintena de kilómetros de la capital del Sáhara Occidental en la carretera que lleva a la ciudad de Smara.
Se han sumado a esta nueva forma de protesta, con tintes más socioeconómicos que políticos, entre 2.000 y 10.000 personas, según cifras ofrecidas por diferentes organizaciones e instituciones saharauis y marroquíes.
«Son reivindicaciones socioeconómicas, aunque las reivindicaciones políticas de fondo siempre aparecen», declara Naama Asfari, copresidente de la ONG del Comité para el Respeto de las Libertades y los Derechos Humanos en el Sáhara Occidental (Corelso). «Ni es político ni es pro-Polisario», añade Abdelah Hairach, un saharaui miembro del Consejo Real Consultivo para Asuntos del Sáhara (Corcas), institución impulsada por el rey Mohamed VI.
«Piden derecho al trabajo, a vivienda y a beneficiarse de los recursos naturales del Sahara Occidental, que sólo llegan a los marroquíes», comenta Hassan Duihi, de la Ejecutiva de la Asociación Saharaui de Víctimas de Violaciones Graves de Derechos Humanos Cometidas por el Estado Marroquí (ASVDH).
«Estuve en el campamento el sábado. Lo vi bien organizado, sobre todo por los jóvenes, que lo están cercando para que, según explican, no entren malhechores», dice Hairach. «Sigue llegando gente, incluso de la ciudad de Bojador», más de cien kilómetros al sur de El Aaiún. La presencia de personas, según este miembro del Corcas, varía entre 2.000 y 4.000 personas, según sea de día o de noche y según sean días laborable o fin de semana.
El campamento permanece rodeado por las Fuerzas de Seguridad marroquíes, explica el activista Ahmed Sbai, que lleva instalado allí unos diez días en la jaima de su hermano y que estima que puede haber unas 10.000 personas. Hasta el lugar, añade, sigue llegando gente a pesar de los controles en las carreteras y en el casco urbano de El Aaiún para impedir que se sumen más personas a la protesta.
«La gente no quiere volver hasta que no se cumplan sus exigencias, sobre todo los diplomados y cuadros técnicos que están en paro», afirma Sbai.
«En la noche del domingo las autoridades marroquíes pidieron a los jefes de tribu que trataran de poner fin a la protesta, si no intervendrían», comenta Hassan Duihi. Los jefes de tribu «dijeron que no tienen nada que ofrecerles a cambio», en referencia a que no se han cumplido las exigencias de los acampados.
Un día antes, el sábado, dos vehículos de la Misión de la ONU en el Sáhara, la Minurso, trataron de acceder al campamento, pero la Gendarmería Real se lo impidió, según fuentes de la ASVDH. «No puedo confirmar esto, puede que casualmente pasaran por el lugar», señalan fuentes de la Minurso al tiempo que reconocen no haber visitado el lugar. En cualquier caso, la instalación de esas jaimas «no es responsabilidad nuestra».
Con el paso de los días la población instalada en el desierto se ha organizado en cuadrillas encargadas de la seguridad, la higiene o para aprovisionarse de agua, «pues los marroquíes impiden la llegada de camiones cisterna».
Distintas páginas web de organizaciones a favor de la independencia del Sáhara y pro Polisario así como ONG de derechos humanos han difundido fotografías y vídeos del lugar, a veces incluso en Youtube. En algunos casos se aprecia la presencia de un helicóptero y un avión sobre las jaimas que aseguran se trata de medios de vigilancia y disuasión de la Gendarmería marroquí.
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