La pasada noche del lunes 6 de septiembre nos acercamos al aeropuerto de Gran Canaria para despedirnos de Sidi.
Sí, recuerdan a Sidi, aquel muchacho que presentábamos en este mismo medio a comienzos del mes de julio como uno de los niñ@s saharauis que había llegado de los campamentos de refugiados saharauis en Tindouf para participar, junto a otros 125 niños-as , en el programa Vacaciones en Paz 2010 que organiza cada año la Asociación Canaria de Solidaridad con el Pueblo Saharaui.
Bueno, pues llegamos al aeropuerto pasadas las 23:00 h y el silencio reinante en su exterior nos hizo pensar , por unos instantes, que habíamos llegado tarde y que los niñ@s ya habían abandonado la isla, pero a medida que nos acercamos a la terminal de salidas nacionales-internacionales, el murmullo se hacía cada vez más notable y un número apreciable de niñ@s corrían a sus anchas por la amplia sala mezclándose con los turistas que a esa misma hora hacían cola para facturar sus equipajes.
Allí pudimos saludar a muchos de los compañeros que organizaban en los mostradores de la compañía aérea, la salida de los niñ@s que regresarían a los campamentos de refugiados de Tindouf en la madrugada del martes, con motivo del fin del programa y nos ponían de manifiesto el éxito, un año más, de este proyecto que persigue el objetivo de apartar del insoportable calor a un grupo de escolares para compartir con las familias canarias una experiencia inolvidable en los meses del verano. También pudimos hablar con las familias canarias que acompañaban en su despedida a los niñ@s saharauis y nos decían que la vivencia había sido enriquecedora, porque se sentían felices de poder compartir lo poco que tenían, con sus niñ@s, que sabían que no tenían nada.
Bolsos, mochilas, cajas de cartón envueltas por trazos de cintas de embalar color marrón, melfas, carros cargados de productos de primera necesidad, olor a esperanza, etc. formaban parte del decorado que presentaba aquella zona del aeropuerto.
Claro que sí, no nos olvidábamos, pudimos despedirnos de Sidi; por supuesto que se acordaba de nosotros y durante la conversación era incapaz de dejar de jugar con sus compañeros, quizás por la euforia que suponía volver a encontrarse con su familia muy pronto; nos dijo que se lo había pasado muy bien en su familia en Vecindario, que había descubierto el mar en Pozo Izquierdo y que en todo momento se había sentido como en su casa gracias a la amistad entablada con sus hermanos canarios, Pablo, Alberto y Sara; también nos comento que había conocido a mucha gente, entre ellas a muchas chicas guapas, y que jamás se olvidaría de la forma en que lo han tratado en Canarias; para despedirse de nosotros, siempre con un tono de voz muy educado y cortés, nos cogió la mano derecha diciéndonos un " hasta el próximo año" y luego se llevo su mano derecha hasta su pecho para golpearse suavemente el corazón mientras retrocedía lentamente dos o tres paso. Después se dio la vuelta y como alma que lleva el diablo salió corriendo detrás de sus amigos para continuar con el juego.
Nosotros nos alegrábamos del breve pero feliz reencuentro con Sidi que nos
volvía a reafirmar en que nadie es una isla, que todos somos parte de un vasto continente, que la variedad enriquece nuestras vidas y que una parte de nosotros está presente en cualquier parte del mundo.
Poder experimentar esto que escribimos es para nosotros todo un lujo de sentimientos porque inevitablemente transformará nuestro planteamiento de vida y cada uno de nuestros actos.
Por todo esto, nuestro especial adiós a los cient@s de Sidis que ya estarán con sus familias y un millón de gracias por recordarnos lo que somos: una totalidad.
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