domingo, 13 de marzo de 2011

CON FERNANDO PÉREZ, PRESIDENTE DE LA MUESTRA JOVEN DEL ICAIC

ESO ES LO QUE LE AGRADEZCO A LA MUESTRA JOVEN, QUE NUNCA DEJA DE ASOMBRARNOS
Por Susana Méndez

“Prefiero ver este décimo aniversario de la Muestra como inicio, brote, aurora de lo por venir”. Estas son palabras de Fernando Pérez, presidente de la Muestra Joven del ICAIC, evento que en su recientemente finalizada décima edición, cambió de nombre pero siguió perfumando igual o mejor. La Muestra es ya un suceso importante de la creación audiovisual cubana en tanto vehículo de las visiones y talentos de los cineastas más jóvenes del país, portadora además de la pasión y el amor de estos por el cine y por Cuba, desde miradas y ritmos diferentes.

Fernando Pérez ha dicho que dirige la Muestra como si filmara una película y por tanto se involucra desde la emoción, la poesía y la razón con el evento, como lo hace con esta entrevista.

En el sitio web de la Muestra apareció un escrito suyo titulado “Intuiciones y certezas”, asociadas las primeras a la urgencia de que el evento estuviera totalmente en manos de los jóvenes y las segundas a que las formas independientes de producción que caracterizan hoy el audiovisual joven llegarán también a la industria. Ahora que terminó la muestra ¿cambiaron o se mantienen las intuiciones y las certezas?

―Yo pienso que la Muestra, como la mayoría de los eventos, no cambia nada, al menos de inmediato, por lo tanto sigo teniendo esa intuición y la certeza de que el audiovisual joven cubano se va a expresar a través de eso que llamamos cine independiente, eso es ya una realidad indetenible. Ahora, que nosotros podamos hacer que la Muestra esté en manos de los jóvenes, yo creo que es un proceso que se irá definiendo también por sí mismo. A mí lo que me interesa es crear espacios, más que programar la vida, cuando uno la programa entonces ya va por cauces fijos y no es así, además la juventud, como cualquier proceso creativo, tiene que ser libre y hay que dejar que, con el abono y la fertilidad que uno crea alrededor, nazca, crezca y se desarrolle.

»Hubo discusiones en la muestra, hubo mesas teóricas, yo me reuní al final con la mayoría de los delegados que presentaban obras, jóvenes cineastas de provincia, con los de aquí de La Habana, conocí a otros nuevos que empezaban y eso a mí realmente me anima muchísimo.

»Fue un diálogo muy franco y como se vio en la clausura ―en el trabajo que hizo Pedro Luis Rodríguez con las memorias de la novena edición― los jóvenes cineastas se expresan, hay diversidad de criterios, no hay un solo pensamiento, pero para mí eso es maravilloso porque lo que siempre me preocupa es la unanimidad: la diversidad siempre hace que se mueva el pensamiento, el pensamiento único hace que todo se cristalice y el fenómeno de los jóvenes es diverso, contradictorio, pero tiene mucha energía. Y yo sí puedo decirlo tranquilamente porque los conozco: hay nobleza, dedicación, empeño, hay amor por el cine, por Cuba y por nuestra realidad contradictoria y esa es intuición-certeza».

¿Existen líneas temáticas comunes en las realizaciones presentadas en esta edición?

―A mí las generalizaciones me hacen pensar y yo todavía, aunque he visto todas las obras, no he hecho una reflexión como para poder aseverar que hay líneas temáticas comunes, por supuesto que el interés por expresar aspectos de nuestra realidad que no aparecen en otros medios, es común, pero en el cine cubano de mi generación también han sido abordados aspectos inexplorados por otros medios, por lo tanto pienso que ese es un tema común para la creación artística en Cuba y no exclusiva de los jóvenes.

»¿Qué puede ser una peculiaridad en los jóvenes? Bueno, determinados lenguajes, miradas e interpretaciones de la realidad, eso sí cada año nos sorprende y yo siento que es lo más importante, porque lo que van a traer los jóvenes no es el talento solamente, porque este puede estar en cualquier generación, pero sí van a traer esa otra mirada, que, por ejemplo, no va a ser necesariamente la mía, ni la de otros cineastas de mi generación, pero eso es extraordinario, para eso se hace ese nuevo audiovisual».

Podemos hablar de un movimiento de cine joven en Cuba?

―El audiovisual joven en Cuba es un fenómeno, y sus realizadores están concientes de eso. Para que sea un movimiento tienen que haber coincidencias, puntos de contacto, manifiestos comunes, y no los hay. Constatar también esa fragmentación a mí no me preocupa, yo la defiendo como fenómeno que me interesa entender y comprender y nunca les marcaremos ―al menos mientras yo esté en la Muestra―: “tienen que unirse”, no, no, no, para mí la Muestra será siempre un espacio fértil para que ellos puedan confrontarse, un espacio que les permita, abogue y luche por esa libertad de movimiento que un joven, como los hijos de Guillermo Tell, necesita.

¿Este abordaje de la realidad cubana sigue caracterizándose por la audacia, la irreverencia y la iconoclasia?, ¿están asociadas estas solo a la juventud o poseen basamentos filosóficos?

―Sigue siendo así y más que con una filosofía tiene que ver con unas vivencias, tiene que ver con una realidad; nuestra realidad ahora también está atravesando por un momento que yo considero ―sin ser un analista social, pero desde mi mirada de cineasta y de ciudadano cubano― muy crítico, quizás espiritualmente más complicado que lo que nos tocó vivir en el periodo especial, en aquella opción cero, porque según se maneje puede tener consecuencias que no sean las que soñamos y esperamos todos, y creo que eso va provocando en cada uno de nosotros una proyección que no es exactamente la misma.

»En el caso de la Muestra esa proyección que se aprecia no es solamente iconoclasta, audaz e irreverente. Es así, pero también hay muchísimas otras miradas, porque lo que nos ocurre es muy complejo y una de las aspiraciones que nosotros defendemos en el evento es que los jóvenes cineastas lleguen a plantearse un símil que busque la complejidad y no las visiones, digamos, inmediatistas o superficiales, sobre todo cuando tratan temas de nuestra realidad más contemporánea.

»A mí me ha llamado mucho la atención en esta edición ―que era algo que estábamos buscando desde hacía un tiempo― que sean los propios muchachos los que expresen sus propósitos, sus inquietudes, sus dudas, sus problemas y tanto en el Bisiesto [boletín de la Muestra Joven], como en algunos reportajes o entrevistas que ha hecho la prensa, ya los jóvenes empiezan a tener esa voz…».

Ese fue uno de los objetivos de poner la muestra en sus manos, que los jóvenes cineastas no solo mostraran sus obras, sino que tuvieran voz y participación activas…

―Sí, y eso ha empezado a ser así y yo los he escuchado, he sentido esas cosas que antes las escuchábamos también pero no estaban impresas, ni tenían ese espacio. Yo les decía en broma que ya no quiero hablar más del cine joven, no me toca a mí y es verdad, ya yo he dicho todo lo que tengo que decir, son ellos ahora los que tienen que expresar esas proposiciones y no ser uno ese traductor de lo que ellos están pensando, porque nos convertimos en evaluadores, incluso para hacer una evaluación, una constatación, a mí me interesa mucho escucharlos.

¿Cuáles son los códigos de cubanidad más frecuentes en el cine joven cubano? , ¿la bandera cubana…?

―Bueno, lo de la bandera cubana lo he puesto yo, he insistido mucho porque esté presente, no como símbolo, sino como referencia o imagen, porque yo no puedo definir la cubanía. Incluso en Madrigal traté de que no estuvieran todos los que son códigos establecidos de cubanía, porque al mismo tiempo yo sentía que haciendo eso la película iba a ser profundamente cubana, como fue; yo creo que eso está en muchos de los jóvenes y en otras generaciones se mira eso como un prejuicio.

»Creo que en los jóvenes no hay manifestaciones externas de cubanía, no es algo explícito, puede parecer lo contrario, porque hay un lenguaje muy moderno, muy contemporáneo, utilizan música, referentes visuales que no son puramente originados en Cuba, pero ellos se apropian de esos y los convierten en una expresión muy cubana, como cuando Martí decía “Injértese en nuestras Repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras Repúblicas...”. Eso sí está muy presente en los jóvenes, ellos no se expresan a un nivel digamos de tópicos de cubanía, es un sentimiento mucho más profundo que yo no puedo expresar con palabras, pero que está ahí.

»Por ejemplo, para mí los documentales de Ariagna Fajardo ―y no porque los haga en la Sierra Maestra― son imágenes de una cubanía impactante, o un corto de la novena edición como Mantum, de Ricardo Miguel Hernández, de mucha atmósfera y que es profundamente cubano».

¿Qué recursos formales se aprecian como más recurrentes en el joven cine cubano?

―Puede que haya coincidencia en un montaje muy rápido, en un ritmo muy dinámico que obliga al espectador a estar despierto, eso está claro de dónde viene, está producido por una tecnología que no ha sido la de mi generación pero que para ellos es la más orgánica; también determinados encuadres que siempre están buscando el punto de vista original, a veces con más resultados, a veces con menos.

»Esos son los elementos que yo veo como más comunes dentro de toda una diversidad, pero hay una mirada que es todo lo contrario y que está en las realizaciones de una cineasta como Susana Barriga con El Nacimiento de un barco, Patria y luego The Illusion; Susana ha creado una manera de ver que es común a muchos otros jóvenes, una mirada mucho más pausada, con una banda sonora de registros más serenos, de una cierta quietud, de un cine que va a la observación meditativa, esta forma de hacer también está. La diversidad existe, que es para mí lo más importante».

¿Cómo funcionó el espacio Moviendo ideas con el cambio de protagonistas-consagrados?

―No muy bien, algunos muchachos echaron de menos el criterio, el análisis, la intervención incisiva, a veces demoledora y crítica de especialistas con una mayor experiencia; hay uno de ellos que repite todos los años, Manolito Iglesias, que todos se vuelven locos por ir a ese Moviendo ideas.

»En algunos de los encuentros hubo una aceptación moderada y en otros realmente no se encontró el diálogo o la comunicación posible, porque me imagino que cuando se trata de una misma generación, o una más cercana, siempre existe esa indulgencia a la hora de juzgar, pero los vamos a mantener el año próximo, recuperando la intervención de esos especialistas de más experiencia, porque además los muchachos lo piden, ellos lo necesitan».

¿Podría establecer una suerte de comparación entre la primera Muestra y esta?

―No estuve en la primera, pero puedo establecer esta comparación por lo que de referencia conozco y con lo que el Comité Organizador y el grupo con el que trabajo me trasmite, y por lo que vi, sin ser participante activo en la primera, y es que la Muestra ha crecido, pero no en años, ha crecido en intensidad y sobre todo en público.

»A mí lo que más me emocionó de la inauguración no fue que quedara bien y que el espectáculo fuera expresivo, que la sala reaccionara con él, que las películas tuvieran comunicación con la mayoría de los espectadores, sino fue que yo me paré afuera para ver salir al público y era una marea como yo nunca había visto en el Chaplin, nunca, en otros eventos o premier y sobre todo que yo sentía que había una energía en esa marea sobre todo llena de rostros muy jóvenes y otros que ya no lo eran pero que estaban allí compartiendo esa experiencia y era una energía muy positiva, muy arriba, muy vital.

»Creo que eso es lo que va distinguiendo a la Muestra cada año, que crece en espectadores. Nunca será masiva ―porque masivo es poder llenar el [estadio de béisbol] Latinoamericano―, siempre será un evento para un público determinado pero es mayor que antes, o porque no tenía información o porque eran los primeros pasos, pero para esos pioneros de la primera Muestra, mi gran reconocimiento porque fueron ellos los gestores de esta realidad».

En la conferencia de prensa del evento usted declaró: «Esta décima Muestra pensamos que va a aportar muchísimo porque es aquí donde está realmente ese terreno fértil del cine cubano, no del futuro, sino del presente» ¿Se cumplió este vaticinio?

―Sí, creo firmemente en eso; en esos seis días yo estuve muy contento, sentí mucha energía en cada evento, en cada proyección; yo conocí esta vez a cinco o seis nuevos realizadores que han presentado obras por primera vez y son muchachos que despuntan con un talento extraordinario, además con un interés y un empeño que eso es lo que le agradezco a la Muestra, que nunca deja de asombrarnos, cada año nos sorprende porque surge algo, ya sea una película o un grupo de realizadores o un nuevo pensamiento que se genera, lo cual es un desarrollo vital.

¿Cuáles fueron las mayores fortunas y los mayores infortunios de la Muestra?

―Mira, fortunas, te repito, la participación del público, estoy muy contento también con el resultado del Bisiesto que vamos a tratar de que sea trimestral, para que ese pensamiento que deben expresar los jóvenes tenga una publicación donde reflejarse y que distribuiremos por estanquillos, en universidades, escuelas de cine, para que se mantenga vivo.

»Infortunios no hubo ninguno. Dificultades sí, porque la Muestra, que tiene el apoyo institucional del ICAIC se hace también con muy pocos recursos, pero las dificultades también a veces son un incentivo ―ya lo dijo Freud, que fue un hombre feliz porque nada en la vida le fue fácil― y siempre que hay un obstáculo uno trata de crecerse y eso hace que en la Muestra se sea más creativo, aunque se pasa bastante trabajo a veces en coordinaciones, gestiones, etc., pero se hace con alegría».

¿Ya pudo comprobar si los cristales del ICAIC ciertamente se habían pintado por los artistas de la plástica una vez hace años o definitivamente usted lo soñó?

―Fue verdad, pero no como yo lo recordaba. Mira si yo no hubiera sido cineasta hubiera sido o pintor o músico….

¿Poeta no?

―No, porque pienso que uno hace poesía también con la imágenes, la poesía de las imágenes y la música es inefable: estos son los medios de expresión que más me gustan; aunque me gusta escribir, pero me cuesta mucho trabajo.

»Yo recordaba desde hace un tiempo haber visto los cristales del ICAIAC iluminados, llenos de colores, recordaba los trazos de Raúl Martínez, los azules de Martínez Pedro, eso fue en el mes de diciembre, pensé que había sido durante varios años, pero muchos de los de mi generación no se acordaban. Ahora gracias al poder de la televisión, el día que yo comenté esto en el noticiero del mediodía, cuando llegué a la casa tenía una llamada de Pedro García Espinosa y me dijo: “Fernando yo fui el que generó esa idea y se la propuse a Alfredo Guevara y se hizo un año”. Él no lo recuerda pero ya yo estoy haciendo la investigación porque, si mi memoria no me falla, fue el año en que estuvo en el premio Casa de las Américas como jurado, Marta Traba, una escritora argentino-colombiana, porque yo recuerdo que leí en un periódico de la época que ella dijo que los cristales del ICAIC, como los habían pintado, eran una maravilla, estoy seguro que eso fue en el 65 o en el 66.*

»A mí eso nunca se me olvidó y el año pasado lo hicimos con los diseñadores y realmente fue un resultado distinto pero que quedó bien; este año sí creo que logramos la idea, pero sobre todo por la participación de artistas de la plástica que yo nunca pensé que iban a responder a esa convocatoria. A todos ellos mi agradecimiento por tal empeño, por ejemplo, Olimpia Ortiz estuvo tres días pintando y es un cristal precioso y otros como García Peña, Rancaño, Bejarano, y otros tantos, así como otros pintores jóvenes que se integraron.

»Ya me comunicó la Presidencia del ICAIC que las obras pintadas en los cristales van a mantenerse hasta marzo con el aniversario del ICAIC; yo lo que aspiro es a que puedan estar iluminados todo el tiempo, pero pudimos hacerlo solo una noche, por el gasto de energía; ahora estamos pensando cómo hacerlo con bombillos ahorradores para que realmente por la noche el ICAIC tenga esa luz que pienso que La Habana necesita.

»Cuando camino hacia mi casa, paso por detrás del Ministerio de Obras Públicas y hay alguien que ha pintado un tronco seco y lo ha firmado y eso cambia el entorno, cambia la vida. Hay paredes que algunos pintan y nosotros vamos a pintar los cristales. Queremos también seguir avanzando en estas intervenciones artísticas no solo en el edificio sino en la esquina de 23 y 12 también, que pertenece a la memoria colectiva por los hechos históricos que han ocurrido allí y convertir este espacio geográfico en un momento en que vibre la creatividad y no la rutina de todos los días».

¿Reconoce huellas de sus intereses temáticos y de sus ideas estéticas en la obra de estos jóvenes?

―No sé, no sé… Te voy a ser sincero, a mí no me gusta decir lo que no pienso; lo que sí siento es que pueden haber las mismas emociones con lo que están expresando, en eso sí me he reconocido en muchos trabajos.

¿Cómo esto lo hace sentir?

―Muy feliz.

»Yo estoy luchando porque mi próximo proyecto sea también independiente ―no en contra del ICAIC, ni nada, por supuesto― pero quiero lanzarme a este fenómeno para poder experimentarlo y vivirlo y saber cómo puede funcionar porque también los jóvenes están llegando ya a un nivel de producción… ―no todos―, muchos lo hacen con una escasez y un sacrificio tremendos, pero ya hay algunos que han avanzado en la creación de productoras como el caso de La Quinta Avenida y están haciendo un cine incluso mucho más cerca de lo profesional, con un gran impulso y sin las trabas burocráticas, sin las estructuras que no son únicamente del ICAIC, sino que el país las ha generado… Porque el cine es una industria atípica totalmente y no cabe a veces en las estructuras económicas y se hace muy difícil lograr soluciones y normas, porque en vez de abrir puertas nos las cierran y hacen más dificultoso el trabajo creativo.

»Quiero estar cerca de este fenómeno que es indetenible y que a mí realmente me maravilla, por eso quiero vivirlo y no verlo desde la silla cómoda de mi portal».

¿Será el presidente de la oncena edición? ¿Por qué lo hace?

―Yo bromeando le decía a la gente del equipo: yo no quiero ser el presidente, yo voy a ser el director artístico, que es lo que me gusta a mí; incluso a veces no participo mucho en las mesas teóricas, porque a mí lo que me gusta es estar en al inauguración, promover los espacios, preparar las exposiciones, la pintura de los cristales, todo lo que termine concretamente en algo que uno ve. No es que en las mesas teóricas esto no ocurra, pero uno siempre se demora más en ver los resultados y por otra parte yo nunca me he sentido presidente de nada (risas).

»Para mí la Muestra es como dirigir una película, sentirme que estoy en un espacio que se mueve. Yo a veces he sentido en otros espacios del ICAIC, últimamente ―y lo he dicho aquí― como que las cosas se van cristalizando y falta el espíritu de decir “estoy vivo y quiero seguir haciendo cosas”; hay espacios que se vuelven plomizos donde las energías no son tan dinámicas como en la Muestra. Por eso estoy aquí».

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