domingo, 22 de enero de 2012

DAJLA


“Esta fue la segunda vez que llegaba a Tinduf. El objetivo de este viaje era una reunión de solidaridad internacional para seguir empujando el plan de paz aprobado por las Naciones Unidas. Ya todo el mundo sabe que las resoluciones que de verdad valen la pena hay que empujarlas un poquito. El otro objetivo surgió cuando el compañero Medina, un canario de unos 60 años, menudito él y muy apreciado en el antiguo Villa Cisneros (donde residió más de 20 años), acompañado de Raymundo, un portuario jubilado, luchador, seco y duro, ambos muy buena gente,  me propusieron que les acompañara a Dajla , la provincia más lejana que el Frente Polisario tiene a unos 200 km. De Tinduf. La idea me entusiasmó, cinco horas en jeep, ni pistas ni carreteras. Pensé que pronto llegaría a Kenya.  Raymundo  decía  que  por  ahí pa ´ llá  se llegaba a las pirámides. Mohamed Mostark  y Maelainin el chofer, dos polisarios curtidos, hacían que nos sintiéramos seguros en medio de aquel siroco.
LLegada a Dajla.
         Justo cuando el sol se ponía, apareció ante nosotros un oasis arropado por miles de jaimas, niños y niñas. En las afueras, al igual que en Fuerteventura, las cabras y los camellos no se sabe bien lo que hacían. Raymundo dice tenían gafas verdes. A nuestros occidentalizados ojos, llenos de visiones plásticas y húmedas, nos era imposible concebir cómo, entre tanta sequedad y ventolera, la gente, alejada de rituales estériles, mostraba la hospitalidad en toda su crudeza. Nos ofrecieron leche, té, comida y conversación. Nos ofrecieron grandes dosis de humildad, de coraje y de esperanza en que la guerra termine. También un mensaje al pueblo canario: podemos estar otros 15 años en el desierto y lo que haga falta para recuperar nuestra tierra.
Comenzando la jornada a las afueras de Dajla.
         Mientras, la juventud iba al colegio y hacía ruindades, el agua corría por las acequias y humedecía las hortalizas, los grupos musicales ensayaban, los combatientes descansaban y las camellas y las cabras eran ordeñadas.
         La conclusión de Medina fue fulminante: ¡Aquí hay Polisario para rato! Una vez en Tinduf, este pensaba en abrir una ruta de solidaridad canaria por Mauritania, Raymundo estaba empeñado en albear todas las paredes y, yo, la verdad no me acuerdo.
         Señores gobernantes de los países de moda, ustedes hablan del Tercer Mundo, de la guerra y de los niños, pero no saben lo que es Gach-Mula. Usted se olvidó. Ahora prefiere pertenecer a la corte de Hassan II.”


Dajla al atardecer.
              (Los héroes viven  en el desierto, no en la corte de Hassan II.  Columnismo Identitario. Francisco A. Déniz Ramírez. Ediciones IDEA 2010)