MARÍA VICTORIA ROSELL AGUILAR
Esta semana tenía una ilusión especial: el viernes, 50º aniversario de la primera declaración de los derechos del niño, junto con otras dieciséis madres, escritoras noveles, presentamos un libro de cuentos que hemos escrito pensando en nuestros hijos, y cuyos beneficios económicos irán a parar a unos niños que lo necesitan más que los nuestros.
Pero hoy sólo puedo pensar en una madre de dos hijos, divorciada como yo, que busca la justicia y la libertad de su pueblo, que ha recibido premios internacionales como defensora de los derechos humanos, y que quiere regresar con los suyos. Vive muy cerca de aquí. Pero probablemente el viernes no podrá abrazar a sus hijos ni contarles un cuento. O, en su caso, contarles la verdad.
Es Aminatou Haidar, una de las personas más impresionantes

Porque cada uno debe estar en su sitio. Y el suyo está en el Sahara, ese territorio tan cercano, que todos los países de la ONU reconocen como ilegalmente esquilmado por un país ocupante. No es una opción ideológica, es la legalidad internacional.
Si el viernes no ha conseguido regresar a casa, todos los responsables empañarán la celebración del aniversario de la Declaración Universal de los derechos del niño. Ésa según la cual todos los niños tienen derecho a una familia, a un nombre, a una nacionalidad, a ser protegidos en caso de conflicto, y frente a la discriminación racial, religiosa o de cualquier otra índole.
Y colorín colorado, este cuento no se ha acabado